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ALEGORÍA MACGUFFIN #1 y #2

acrílico dorado y gris neutro 5 sobre lienzo.

2023.

 

La cuestión es pensar la pintura en tanto materia, cuerpo y sustancia dispersa, como polvo de estrellas, en el espaciotiempo; su acontecer probabilístico objetual, y el sedimento que recoge, arrastra, acumula y aparta, lo fertilizante mismo (fuscum sub nigrum), en la desembocadura de su apertura y liberación al oceano_universo del lenguaje. Entiéndase que estos son los componentes iconológicos e iconográficos, entre otros, que nutren el delta (∂) de la producción de sentido estético. No son ni excluyentes ni exclusivos, y en modo alguno residuo o puro resto. Se descomponen y alimentan, hidratan y alientan: el medio es transustancial, logos y extensión entrelazados. Descartes queda fuera de lugar mientras que

Spinoza se fascina con la extensión introactiva.

​​Fragmento de ensayo sobre el Macguffin como tropo estético / leer 1ª parte del ensayo en PDF

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Elevador*[1], o Todo lo que sube...

 

Se dan ciertos matices en torno a la metempsicosis en pintura y la relación de este posible fenómeno con la alegoría en la producción de sentido estético.

Matices que derivan e integran, generando tensiones en el campo de la producción de sentido estético (Síndrome de Estrés Postraumático -SEPT) cuando se trata de establecer valores diferenciales -criterios de análisis- entre qué es figuración, o qué es abstracción en pintura (i.e.) Se tiende, por tanto, a amortiguar este pseudo límite a través de elementos lógicos que reposan en conceptos determinantes, herramientas de un modelo estándar de crítica, y, por consiguiente, en cómo se nos hace pensar, y pensamos (generalización), las experiencias de vida y la materialización de las mismas dentro de los modelos institucionalizados: el arte (i.e.), sin ir más allá. Es decir, qué materiales conceptuales y qué habilidades se deberán emplear para generar la estructura que sustente y de cuerpo a la idea, y al artefacto, que deberíamos hacer de, y para -y en-, el mundo, a partir de los objetos reales y sensibles de, -y en-, el mundo (universo conocido e iluminado); cómo debemos expresarnos para ser, supuestamente, comprendidos e incluidos. Es decir, la producción artística -no confundir con la producción estética de sentido- como herramienta_horma (HH) de censura e inclusión. Esta es una operación esterilizante¡!

Lejos de tal supuesto intento y efecto amortiguador de adaptación e inclusión, lo que presenciamos es un ocultamiento, y por tanto la “forclusión” o borrado, de la riqueza extrema de sentido que se da en toda zona de intersección radiactiva (IR o Estructura Disipativa-ED) espacio temporal. Somos, así, posicionados en un pseudo límite generado por el encuentro de lo establecido como diferente inalterable, y lo significante factual adecuado al concepto (factoides). La mínima diferencia (estados de orbitación) habría de ser, por tanto, la resistencia (mínima y suficiente) a ser abarcados por la totalidad: el campo (semántico (i.e.)) tiende a ser inversamente proporcional en su complejidad y amplitud de probabilidad, y, como consecuencia de esto, la ecología del sistema se obscurece y enfría. A tal fin, en lugar de emplear exclusivamente términos y conceptos "habituales" afines a la siempre certera ortodoxia crítica referida a la categorías aquí entrelazadas, pensamiento><arte><pintura, se pretende emplear herramientas e ideas heterogéneas provenientes de otros sistemas: aquellos que intersectan -cuales se necesite o requiera-, amalgamando, la práctica pictórica y su potencial poético (i)lógico, en tanto que producción estética de sentido liberada y expandida; neutralizando de esta manera, es el objetivo, las nociones comunes y generales que sobre el acontecimiento pictórico se consideran adecuadas e imponibles, y, que permiten establecer divisiones funcionales y definiciones que cancelan la diferancia de potencial de toda lógica de sentido estético en pintura, y, por extensión, de toda expresión estética, casi.

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[1] * no va a ninguna parte, se consume en sí mismo.

[ Descargar PDF para texto completo ]

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Velázquez, D. (1832). La tentación de Santo Tomás. Museo Diocesano de Orihuela.

El «macgufin» es una expresión acuñada por Alfred Hitchcock (1899-1980) que designa una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, pero carece de relevancia por sí misma.

No hay que confundirlo con el red herring (o ‘arenque rojo’), una pista falsa destinada a desviar las previsiones del espectador sobre el argumento.

El elemento que distingue al macgufin de otros tipos de excusas argumentales es que es intercambiable. Desde el punto de vista de la audiencia, el macgufin no es lo importante de la historia narrada.

En 1939, Hitchcock afirmó sobre el macgufin: «En historias de rufianes siempre es un collar y en historias de espías siempre son los documentos».

Hitchcock explica también esta expresión en el libro-entrevista con François Truffaut El cine según Hitchcock:

La palabra procede de esta historia: dos hombres van en un tren, y uno de ellos le dice al otro:


―¿Qué es ese paquete que hay en el maletero que tiene sobre su cabeza?
―Ah, eso es un macgufin.
―¿Qué es un macgufin?
―Un macgufin es un aparato para cazar leones en Escocia.
―¡Pero si en Escocia no hay leones!
―Entonces eso de ahí no es un macgufin.

Alfred Hitchcock

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